viernes, 21 de enero de 2011

Día 6. Handbrake

Las cosas siguen su rutina habitual. Otra vez he vuelto a desayunar el maldito arroz con l... (no puedo escribirlo sin vomitar), y luego he llevado a Kit al colegio. El Pater Peter está un poquito obsesionado con el freno de mano, quiere que lo ponga cuando me paro en un semáforo, aunque sea para segundos. Vale, yo tengo que ser su putita y así lo hago, pero no entiendo para qué.

Hoy ha habido pique, puesto que he aparcado en el colegio que está en cuesta y me dice que lo acercara más a la acera, y pongo marcha atrás y me dice... el freno de mano... y yo le digo: pero voy a dar marcha atrás... y me dice... por eso, el freno de mano. Yo le dije, pero no hace falta. Y él me dijo: Inténtalo, ya verás. Todo esto con señas, ¡es magnífico el lenguaje de los signos!

Aquí no las tenía todas conmigo. Él coche me era extraño, el embrague me era ajeno, hacía -2º fuera y el coche estaba aún frío... Di marcha atrás y el coche se movió dos centímetros hacia alante, vi su sonrisa socarrona de soslayo, y lo volví a intentar y voilá, el coche fue para atrás como la seda. ¿Qué manía tiene este hombre con el freno de mano? Y él pensará: ¿Qué manía tiene ésta con no usar el freno de mano?

Pero bien.

3 comentarios:

  1. Y cómo es lo de conducir por el lado contrario? se hace muy raro o no?

    ResponderEliminar
  2. Hombre, un poquillo, sí. A todo te acostumbras pero aún así, siempre hay milésimas de segundo que piensas... ¡Qué hace ése cogiendo la rotonda al revés!

    ResponderEliminar
  3. POr si te tranquiliza, mi hermano también usa mucho el freno de mano. Siempre lo pone en los semáforos. Y no sé, confieso que yo que soy muy copiota a veces tambioén lo hago. Así no tengo que pisar el freno. ESo sí, hay que estar muy al loro para luego acordarse de quitarlo y que no se cale... jue jue

    ResponderEliminar